Economia alternativa en Africa - MAD ÁfricaEconomia alternativa en Africa - MAD África

noticias

13/junio/2018

Economia alternativa en Africa

Este el el Boletín 1 del proyecto Educadundu, que tiene como objetivo la visibilización de estrategias de la buena vida africana.

Alrededor de 2.500 millones de personas están fuera del sistema financiero formal, según datos del Banco Mundial. Esto significa aproximadamente el 30% de la población mundial y una en cada tres mujeres en el mundo (Global Findex, 2018).

La barrera de acceso al mercado financiero formal, conocida como exclusión financiera, se trata del proceso por el cual la gente encuentra dificultad o incapacidad para acceder a los productos y servicios financieros ofertados por entidades autorizadas (tales como ciertas formas de abono, pago, préstamo, ahorros, seguros) que sean apropiados a sus necesidades para llevar una vida en sociedad (Mendizábal et al., 2012). La exclusión financiera, en el marco del sistema capitalista, es considerada también una forma de exclusión social, pues impide a estas personas llevar a cabo decisiones de inversión y consumo de bienes durables, más allá de sus ingresos corrientes, frenando su movilidad en la pirámide de clase social por ingresos económicos.

En este marco, la inclusión financiera es, por lo tanto, un medio para mejorar 1) el bienestar de la población a través del uso responsable de los productos y servicios financieros ofrecidos por las entidades financieras, 2) favorecer el crecimiento económico y 3) reducir de la informalidad de las transacciones económicas.

Sin embargo, el sistema financiero convencional viene demostrando ser incapaz de promover el desarrollo local y reducir las desigualdades sociales.

La inclusión financiera, planteada desde un enfoque ecofeminista, viene de las manos de una Economía Social y Solidaria, donde las formas de producción, consumo y distribución de riqueza están centradas en la valorización del ser humano, con el objetivo de garantizar la producción y reproducción de las condiciones materiales e inmateriales que posibiliten el buen vivir. En otras palabras, el capital y las finanzas están al servicio de las personas y no las personas al servicio de la acumulación del capital. El sistema económico social y solidario reconoce al ser humano como sujeto y fin, sin priorizar el capital.

De esta manera, la inclusión financiera y el acceso al sistema de prestación de productos y sistemas financieros es lograda a través del respaldado de experiencias alternativas de organización económica, comúnmente consideradas “residuales”, “informales”, parte de una economía “sumergida” al no encuadrarse en las prácticas y lógicas de la economía del mercado. Son diferentes formas de organización y articulación popular donde las “microfinanzas” o las “finanzas populares y solidarias” son de suma importancia, armonizando criterios de rentabilidad económica con rentabilidad social. Las propias personas participantes, organizadas a través de cooperativas, asociaciones, colectivos, son que las que asumen el rol de protagonistas y dinamizadoras de la intermediación y prestación de servicios financieros, asegurando la construcción de un nuevo tejido financiero alternativo y articulando también redes al servicio del desarrollo local y de la población más vulnerable.

El desarrollo de este sector es fruto de un proceso de construcción impulsado por las organizaciones populares en el mundo, que rompe viejos paradigmas del quehacer financiero.

(Corporación Nacional de Finanzas Populares y Solidarias, 2015)

Desde hace muchos años, en diferentes países del mundo, estas economías alternativas vienen siendo desarrolladas de diversas maneras como salida a la situación generada por la lógica capitalista excluyente y de acumulación, solventando el vacío y la exclusión creadas por la inoperancia y poca abertura a la creatividad popular que tiene el sistema bancario formal.

En África se estima que más del 50% de la economía se mueve por lógicas consideradas poco ortodoxas en los países occidentales y capitalistas (Santamaría, 2008). Según este autor, en algunas comunidades africanas, el prestigio y/o la confianza no se obtiene mediante el aumento consecutivo y cuantificable de beneficios y éxito económico, sino a través de la renuncia a obtener determinados beneficios monetarios. Una lógica invertida con relación a los principios de la economía según nuestro sistema, lo que genera una dinámica de crecimiento alrededor de formas de organización solidarias, enmarcadas en asociaciones colectivas destinadas más que a la acumulación de producción o circulación de bienes, a mejorar las condiciones de vida y el bienestar social de las personas involucradas. En el caso de Senegal, por ejemplo, de acuerdo con Martín Díaz et al. (2012), estos procesos de creación, reproducción y transformación de la economía popular están vinculados a la familia, a las redes de vecindad y a la vida comunitaria.

En el siguiente boletín conoceremos unos de los ejemplos más ilustrativos de estas dinámicas: las tontines.