Reivindicando Raíces: La Población Afro-Andaluza y su lugar en la Historia Decolonial
La discusión sobre las migraciones africanas en Andalucía y España resalta la necesidad de reconocer la diversidad cultural histórica, desafiando visiones homogéneas que ignoran factores como clase social, género y minorías internas como gitanos y población negra. Este artículo es una reflexión sobre la necesidad de re-elaborar la memoria de Andalucía, descartando el discurso colonial y denunciando la invisibilización de su memoria negra.
Por Victoria Manjón Rosado
Alumna del Curso de Formación Nuevas Narrativas: Recuperando el poder del discurso social y humanista sobre las migraciones
La discusión sobre las migraciones africanas en España y Andalucía implica un examen de la diversidad cultural, que no es una característica nueva de la región. Sin embargo, algunos sectores políticos y sociales promueven una visión de homogeneidad cultural previa a la llegada de inmigrantes, lo que resulta en un doble reduccionismo. Este reduccionismo etnicista ignora otros factores de diferenciación cultural como la clase social, el género, las identidades socio-profesionales y la edad. Además, percibe la diversidad étnica únicamente como una importación externa, sin reconocer la existencia de minorías internas como el pueblo gitano andaluz o la población negra histórica de la región.
La persistencia del prejuicio occidental que considera a los pueblos africanos como carentes de historia y civilización sigue vigente. Este prejuicio ha sido desmontado científicamente por autores como Ferrán Iniesta y Mbuyi Kabunda, quienes evidencian que tales discursos han servido históricamente para justificar la esclavitud, la colonización y la neocolonización, basándose en nociones evolutivas y desarrollistas.
Cheikh Anta Diop cuestionó esta percepción al demostrar la africanidad del antiguo Egipto y reivindicar la historia de África como esencial para el desarrollo cultural. Diop argumentó que no puede existir identidad cultural sin identidad histórica, destacando la necesidad de restaurar la conciencia histórica y la continuidad cultural para el renacimiento africano. Sus conclusiones, inicialmente rechazadas por el ámbito académico dominante, fueron finalmente reconocidas en un encuentro de la UNESCO en 1974, que aceptó la pertenencia del Egipto faraónico al universo negro-africano.
La historia de un pueblo moldea su identidad cultural, y considerar que África era una tábula rasa antes de la llegada europea refleja una ideología racista prevalente en muchos centros de producción de conocimiento del Norte Global. En este contexto, la Cultura se convierte en una herramienta fundamental para la descolonización, implicando emancipación y libertad. Sin embargo, para que la Cultura tenga un carácter liberador, es indispensable la transmisión de la memoria histórica, que es esencial para la conciencia de un pueblo.
En Andalucía, la negación de la presencia negra ha sido promovida tanto por la ideología nacionalista del Estado español como por las instituciones educativas andaluzas. Descolonizar los imaginarios y recuperar la historia propia de Andalucía es una tarea difícil pero necesaria. Aunque el pensamiento abismal occidental coloca a muchas culturas «al otro lado de la línea», comienzan a reconocerse algunas contribuciones africanas en Asia, Europa y América Latina, donde se han realizado compilaciones bibliográficas sobre esta temática. La cuestión es si existe la voluntad de reescribir las historias y permitir la coexistencia de narrativas plurales. El problema radica en que algunos relatos cuentan con más altavoces y medios para imponerse, lo que dificulta la visibilidad y reconocimiento de otros aportes culturales.
La memoria colectiva de Andalucía ha sido construida excluyendo a la población negra, a pesar de su significativa presencia histórica. Isidoro Moreno (1999) señala que, aunque se reconocen las contribuciones cristianas, musulmanas y judías en la identidad andaluza, la población negra sigue marginada. Esta exclusión puede atribuirse a cuatro razones interconectadas:
- La ideología del nacionalismo español: Los discursos oficiales del Estado español promueven una narrativa unificada que niega la diversidad. Este enfoque invisibiliza la presencia histórica de negros y negras en Andalucía, encubriendo la pluralidad cultural y promoviendo una visión homogenizada basada en la supremacía de la identidad castellana. Esta narrativa justifica la existencia del Estado-nación español, relegando a los pueblos negros a una posición de inferioridad.
- Vergüenza de la esclavitud: La historiografía oficial borra el pasado negro para evitar reconocer el papel de la esclavitud en la historia de Andalucía. Reconocer la presencia negra implicaría admitir la existencia de esclavos y esclavistas, un episodio vergonzoso que se ha preferido ocultar. Sin embargo, la esclavitud fue fundamental en la economía y sociedad andaluza durante siglos, como demuestran numerosos estudios locales.
- Prejuicio de la incapacidad congénita de las personas negras: Persiste una percepción hegemónica que ve a África y a sus pueblos como incapaces de contribuir a la humanidad. Admitir las aportaciones culturales de los negros a la historia andaluza desafiaría este prejuicio y cuestionaría la noción de superioridad cultural occidental. Tal reconocimiento implicaría revaluar la historia de Occidente y su papel como
- Diversidad cultural entendida como distancia evolutiva: El racismo cultural considera las prácticas culturales de otros pueblos como atrasadas y subdesarrolladas. Esta perspectiva naturaliza la inferioridad cultural y justifica la exclusión. Reconocer la contribución de los pueblos negros a la cultura andaluza no solo implicaría una relectura de la historia, sino también un desafío a la dicotomía Civilización/Salvajismo que sustenta la ideología colonial y racista.
Reactivar la historia de Andalucía incorporando las contribuciones de personas negras, gitanas, musulmanas y judías podría combatir los discursos racistas y xenófobos. La identidad andaluza es intrínsecamente diversa, forjada por múltiples encuentros culturales a lo largo de la historia, como señala el Estatuto de Autonomía de Andalucía (2006). Aceptar esta diversidad es crucial para construir narrativas inclusivas que reconozcan la riqueza cultural de todos los pueblos que han contribuido a la historia andaluza.
Como resultado de los movimientos migratorios contemporáneos, la presencia de la población negra africana en Andalucía se ha vuelto más evidente desde la década de 1990. Contrario al prejuicio occidental que presenta a los africanos como pasivos, estos colectivos son agentes activos que contribuyen con diversos elementos culturales y dinámicas sociales a la realidad andaluza actual. Sin embargo, se cuestiona si estas prácticas y creencias son reconocidas como parte de la realidad sociocultural andaluza. Esto depende de si las diásporas africanas son consideradas parte de la población andaluza.
A nivel jurídico, las políticas de inmigración españolas y europeas establecen divisiones legales y sociales que excluyen a las personas inmigrantes irregulares, siendo consideradas potencialmente delincuentes y negándoles la participación en el espacio público. Esta discriminación institucionalizada perpetúa la invisibilidad y exclusión de las personas africanas, dificultando su integración y el reconocimiento de sus identidades y culturas.
En Andalucía, las políticas de integración se centran en la igualdad individual sin fomentar la diversidad cultural más allá de aspectos superficiales como la música y la gastronomía. Las prácticas culturales profundas, como la organización familiar y social, las creencias y los rituales, son descontextualizadas y consumidas como exotismos por la sociedad hegemónica. Esto convierte las culturas africanas en mercancías dentro de un proyecto de «cosmopolitismo» occidental, mientras que la población africana enfrenta detenciones y discriminación.
Aunque las personas africanas participan en la vida pública andaluza a través de sus identidades y organizaciones colectivas, sus estrategias suelen ser presentadas como patologías o atrasos por parte de los discursos políticos y mediáticos dominantes, perpetuando el racismo cultural. Este enfoque invisibiliza las contribuciones de la población negra a la historia y cultura andaluza, reduciéndolas a meras estadísticas de población extranjera. Lo cual denota la falta de igualdad de derechos, las políticas asimilacionistas y la interpretación negativa de las culturas africanas dificultan su inclusión en la historia de Andalucía. La realidad sociocultural andaluza actual, influenciada por las prácticas y creencias de los colectivos africanos, sigue siendo ignorada en la narrativa oficial.
La construcción del pasado y la percepción del presente influyen en la imaginación del futuro y en las posibilidades de cambio. Para reactivar la memoria de Andalucía, es necesario re-elaborarla descartando el discurso colonial que la define a partir del nacionalismo español y que presenta al continente africano y sus pueblos de manera negativa y pasiva. La relectura del pasado andaluz, denunciando la invisibilización de su memoria negra, es crucial para aceptar la diversidad cultural actual. Sin embargo, persisten imágenes sesgadas sobre África en libros de texto, medios de comunicación y discursos de ONG, que promueven una visión estereotipada y fragmentada de los pueblos africanos.
En el contexto universitario, las instituciones andaluzas, alineadas con el resto de Europa, tienden a ocultar o reinterpretar las realidades sociales y culturales que no se ajustan al modelo hegemónico capitalista. La educación superior europea impone valores de productividad, competitividad e individualismo, excluyendo conocimientos de sociedades consideradas inferiores desde una perspectiva occidental. Este proceso de exclusión, o epistemicidio, limita el reconocimiento de saberes no occidentales, perpetuando la hegemonía del conocimiento eurocéntrico.
La ciencia, que debería tener un impacto transformador, no lo tiene en Andalucía debido a la exclusión intencionada de conocimientos marginales. La academia, históricamente al servicio de intereses dominantes, define al «otro» de manera eurocéntrica, ignorando o tergiversando saberes no occidentales. Esta crítica es apoyada por autores como Serge Latouche y Samir Amin, quienes abogan por el fin del monopolio occidental en la interpretación del mundo.
Valores y comportamientos de la cultura andaluza también son vistos como atrasados desde una lógica economicista dominante, aunque representan formas de vida alternativas al individualismo y la competitividad del mercado. Andalucía, al igual que las culturas africanas, es parte del «Sur», y solo desde las epistemologías del Sur podrá reactivar su memoria negra y construir un presente y futuro basados en la diversidad cultural.
En conclusión, la población afrodescendiente en Andalucía ha sido históricamente marginada y su contribución cultural subestimada, a pesar de su significativa presencia en la región. La narrativa oficial y las políticas de integración tienden a invisibilizar a estos grupos, perpetuando estereotipos y prejuicios. Reconocer y valorar la historia y las aportaciones de la población negra es fundamental para construir una identidad andaluza inclusiva y diversa. Es necesario descolonizar los imaginarios y reescribir la historia desde una perspectiva que celebre la pluralidad cultural y resista las tendencias homogeneizadoras impuestas por la ideología racista y eurocéntrica. Solo así se podrá avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa que reconozca plenamente a todos sus miembros.
- Maestro, S. M. (2019). Cronología de lo invisible: La población afro-andaluz, recuperando presencias pasadas, visibilizando presentes y reivindicando historias futuras. In Migraciones y población africana en España: Historias, relatos y prácticas de resistencia (pp. 85-104). Editorial Universidad de Granada.
- García-Fernández, J. (2021). Descolonización del conocimiento y pensamiento andaluz descolonial. Anduli. Revista Andaluza de Ciencias Sociales, 20, 289-312.