Dibujarse a sí misma: navegando por la construcción colonial de la mujer racializada - MAD África Dibujarse a sí misma: navegando por la construcción colonial de la mujer racializada - MAD África

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14/junio/2024

Dibujarse a sí misma: navegando por la construcción colonial de la mujer racializada

El presente trabajo analiza críticamente la influencia del eurocentrismo y el feminismo occidental en la construcción de la identidad de las personas racializadas, especialmente las mujeres, y su relación con la colonización, la idea de raza y la islamofobia. El objetivo es cuestionar las ideas supuestamente neutrales y objetivas que perpetúan la hegemonía occidental para re-significar y re-humanizar las identidades de las mujeres racializadas a través de la re-apropiación de su poder de agencia.


Por Bárbara Quintero Duarte
Alumna del Curso de Formación Nuevas Narrativas: Recuperando el poder del discurso social y humanista sobre las migraciones

«Se han deslizado sobre nosotrxs, se han colado inadvertidamente a través de nuestra piel y en nuestros huesos, y se han instalado cómodamente dentro de cada unx de nosotrxs como venas».
(Zayyan, 2022)

 

En nuestra cotidianidad la influencia del imperialismo europeo ha permeado profundamente, llegando a marcar las bases de nuestra percepción. Este texto examina críticamente al eurocentrismo y al feminismo occidental y su impacto en la construcción de la identidad de las personas racializadas —particularmente las mujeres—, así como su relación con la colonización, la construcción de la idea de raza y la islamofobia. Desde la desmitificación de las nociones universalistas hasta la necesidad de re-humanizar y recuperar la agencia históricamente secuestrada, el artículo busca generar una reflexión sobre la necesidad de desmantelar paradigmas hegemónicos y construir narrativas más inclusivas y diversas.

 

Eurocentrismo

El sistema-mundo que habitamos hoy está marcado por el imperialismo hegemónico europeo que se ha apropiado sin titubeos ni vergüenza de saberes, estéticas, técnicas y filosofías de los pueblos a los que sometía y cuya civilización negaba (Vergès, 2022). Se trata de una ideología occidental-patriarcal que ha convertido a las mujeres, a las personas racializadas, y a los pueblos de Asia, América Latina y África en seres inferiores por falta de racionalidad, de belleza o de espíritu apto para crear conocimiento. A partir de este supuesto, Occidente se coloca en el centro de la producción de conocimiento; incluso en el centro de la producción de conocimiento sobre otras regiones y culturas. Es así como terminamos con ideas y estudios “occidentecéntricos” sobre lo que conocemos como el Sur global o el Tercer Mundo. Desde dicha perspectiva se supone que las experiencias occidentales definen lo humano y las teorías occidentales se vuelven hegemónicas cuando se universalizan; imponiendo un marco raciocinio-corporal, que es en realidad una aproximación cultural (Oyěwùmí, 2017). Es desde estos ojos que se mira a la Otra.

 

La construcción de la mujer del Tercer Mundo

La idea de quién es la mujer del Tercer Mundo —la Otra— parece definirse automáticamente en nuestra cabeza, incluso involuntariamente.

Las mujeres del tercer mundo como categoría son automática y necesariamente definidas como religiosas (léase “no progresistas”), orientadas a la familia (léase “tradicionales”), menores legales (léase “aún no son conscientes de sus derechos”), iletradas (léase “ignorantes”), domesticas (léase “atrasadas”), y algunas veces revolucionarias (léase “su país está en estado de guerra; ¡deben pelear!”). Es así como se produce la “diferencia del tercer mundo”. (Mohanty et al., 1991, p. 72)

Es así como sea crea la imagen de un grupo homogéneo, ignorando completamente las diferencias entre sí y dibujando a la “mujer del tercer mundo promedio”. Es precisamente ese proceso de homogeneización y sistematización discursiva de la opresión de las mujeres en el Tercer Mundo que es necesario definir y nombrar.

Chandra Mohanty critica tres principios analíticos básicos presentes en el discurso feminista occidental sobre las mujeres del Tercer Mundo. Primero, la mujer como categoría de análisis universal y como un grupo coherente con intereses idénticos sin importar clase, etnia, o contradicciones (esto implica una diferencia sexual o de género; un patriarcado que se puede aplicar universalmente cruzando culturas). Segundo, la manera poco crítica de demostrar la validez universal y transcultural de los supuestos occidentales. Y finalmente, como resultado de los dos anteriores, la noción homogénea de opresión de las mujeres como grupo es asumida. Estos discursos de representación se confunden con realidades materiales, eventualmente construyendo una idea monolítica de “las mujeres del Tercer Mundo” ignorando su complejidad y las relaciones móviles de su materialidad histórica, sus elecciones, y sus representaciones discursivas. Esas imágenes están construidas a partir de añadir la “diferencia del Tercer Mundo” a la “diferencia sexual”, y son una referencia de la auto-presentación discursiva de las mujeres occidentales, no necesariamente de una realidad objetiva.

Dicho concepto fabricado de las mujeres del Tercer Mundo se contrasta con la autorrepresentación implícita de las mujeres occidentales como cultas, modernas, con control sobre su propio cuerpo y su sexualidad, y libertad para tomar sus propias decisiones. sobre sus cuerpos y sus sexualidades, y la libertad de tomar sus propias decisiones.  Dicha distinción se hace con el propósito de privilegiar a un grupo particular con la etiqueta de “norma” o “referente”. Además, esa diferencia genera que las feministas occidentales se puedan ver como las “verdaderas sujetas”, dejando a las mujeres del Tercer Mundo en la categoría de “objetos”. Precisamente ese robo de agencia es una consecuencia directa de la hegemonía cultural occidental que se trata de señalar.

En este punto es importante resaltar que sin ese discurso determinado que crea al Tercer Mundo, no existiría un Primer Mundo (singular y privilegiado). Sin las Otras la autopresentación de las mujeres occidentales sería problemática. Así,

[…] la imagen de la “mujer del tercer mundo”, como la mujer con velo, la madre poderosa, la virgen casta, la esposa obediente, etc. […] existe en un esplendor universal, ahistórico, que pone en marcha un discurso colonialista que ejerce un poder muy específico para definir, codificar y mantener las conexiones existentes entre el primer y el tercer mundo. (Mohanty et al., 1991, p. 73)

 

Colonización, raza y género

Una gran ironía es que, siguiendo uno de los argumentos de Franz Fanon, Europa es la creación del Tercer Mundo, ya que se ha construido saqueando las riquezas mundiales. En pocas palabras; la abundancia material del Norte es un producto del Sur, y la inferiorización discursiva del Sur es un producto del Norte. El saqueo sistemático se estableció a través del periodo de colonización de las diferentes regiones encabezado por Occidente. Durante ese periodo, se crea la noción de “raza”, una construcción social que se encuentra en la base del racismo moderno. Aquí se entiende la raza como una

Invención histórica de Europa que sirve como marco ideológico para justificar la explotación de nuestros pueblos, y por tanto la acumulación originaria que permite el desarrollo del capitalismo racial existente. Eje por el cual se da una relación social de poder que justifica la jerarquización social y racial de nuestros cuerpos. Eje vertebral del racismo como una ideología que justifica la división mundial del trabajo. (Hussein, 2024)

Si nos vamos a un análisis histórico de la Otra, nos damos cuenta de que dicho proceso de racialización juega un papel esencial en el establecimiento de sus contexto y condiciones actuales[1] (Oyěwùmí, 2017). Oyěwùmí ve a la raza como principio fundamental de la organización social basada en una interpretación biológica del mundo social. Dicho ámbito social es determinado por el cuerpo particular que lo habita; habiendo una centralidad y persistencia del cuerpo en la construcción de las categorías sociales. Dicho “biologicismo occidental” pone en tela de juicio la idea de “mujer” basada en el cuerpo y el propio entendimiento del “género” tema que cruza a las discusiones sobre la Otra.

Si las categorías de género se construyen inevitablemente en todas las culturas, entonces no puede ser socialmente construida (cada sociedad tendría naturalmente un sistema sexo-género), supuesto que anularía cualquier alternativa de las culturas no-occidentales. Además, partiendo de que la biología se construye socialmente, se plantea que no se puede separar de lo social; por lo que el “sexo” y el “género” sí estarían unidos independientemente de los argumentos del feminismo occidental. Para hacer encajar el discurso del género las mujeres colonizadas fueron reinventadas como ‘mujeres’ a partir de normas, prácticas y criterios discriminatorios; a esto se le conoce como la “colonialidad del género”[2] (Vergès, 2022). En otras palabras, “el género no existe por sí mismo, sino que es una categoría histórica y cultural que evoluciona en el tiempo y no puede concebirse del mismo modo en la metrópoli y en la colonia, ni en las distintas colonias, ni en el seno de una misma colonia”(Vergès, 2022, p. 53). Es por lo anterior que se reafirma que las mujeres no componen una clase política por sí misma.

 

Feminismo occidental e islamofobia

Una significante herencia de la colonización es el feminismo civilizatorio, aquel que transforma la lucha por los derechos de las mujeres en occidente como un arma ideológica al servicio del neoliberalismo. Desde este discurso, la intervención de lxs blancxs cambia el destino de lxs esclavxs negrxs y lxs negrxs merecedorxs de libertad debían demostrar dulzura, capacidad de sacrificio y sumisión. En este feminismo se busca salvar a las mujeres del oscurantismo “pero existe una gran diferencia entre ayuda y crítica radical del colonialismo y del capitalismo” (Vergès, 2022, p. 36). La realidad es que el feminismo civilizatorio nunca se opuso a la colonización en sí misma, sino que aceptaron su estructura y sus instituciones[3]. Así, el feminismo civilizatorio vio la oportunidad de al fin ser admitido en las esferas del poder. Además, la colonia ofreció la posibilidad de desplegar los principios y valores de su feminismo por el mundo, adhiriéndose al orden republicano colonial. Es de esta manera que se da una occidentalización forzada de la lucha de las mujeres.

Partiendo de la contextualización anterior, hoy podemos reconocer algunos movimientos feministas europeos que no sólo se consideran la vanguardia del movimiento por los derechos de las mujeres, sino también su garantía. Según sus propios criterios, la laicidad se volvió un punto esencial en la defensa según por la igualdad. Es así como comienza una declaración de guerra contra las mujeres racializadas, especialmente contra las musulmanas. “La consolidación del ‘verdadero’ feminismo, del feminismo de los derechos de las mujeres, se va reafirmando, y la hostilidad hacia lxs musulmanxs y lxs migrantes le brinda una oportunidad de manifestar su adhesión a los valores europeos” (Vergès, 2022).

La islamofobia de la que somos testigxs hoy se explica por el miedo a la amenaza de la Otredad. Es por eso por lo que la mujer musulmana con el hiyab es la Otra diferente, la no civilizada que amenaza la civilización europea. Se señalan a las culturas árabes y de África subsahariana como “culturas atrasadas” con “costumbres salvajes”; lxs musulmanxs tienen que demostrar que son buenxs, que no son terroristas. El hiyab se vuelve el símbolo del patriarcado mundial, “el símbolo de su encierro y del Derecho que las mantiene en un estado de inferioridad y de sumisión al hombre” (Vergès, 2022, p. 72). Así se les arrebata la voz y, al mismo tiempo, su agencia de definición. La modernidad es islamófoba.

Como podemos ver, la colonización no es sólo un periodo histórico que se quedó en el pasado. Actualmente continúa en proceso la perpetuidad de las formaciones sociales e ideas nacidas en ese periodo histórico. La esclavitud colonial es la matriz de la raza y dichas estrategias de racialización, sexualización y deshumanización siguen vivas hoy en día. Así, las mujeres racializadas se enfrentan a una doble sujeción; la de lxs colonizadorxs y la de las personas colonizadas.

 

Las Otras migrantes: España

Como hemos analizado en las páginas anteriores, la hegemonía se construye a partir de lxs Otrxs. Ese es el principio a partir del cual se van a construir las identidades de las personas que habitan un espacio determinado. En el caso de España, la identidad española se ha basado en la diferencia con el islam y con lo no-blanco (Boukharsa, 2024); volviendo a la blanquitud y a la cristiandad características de lo español. Este es el contexto en el que muchas personas migrantes se establecen o en el que hijxs de migrantes crecen.

Las personas racializadas transitan en un país lleno de estereotipos que no necesariamente son equivocados —pero sí incompletos—, proyectando una deshumanización, hipersexualización y animalización de las personas no-blancas. Encontrándose en un país en el que se clasifica y discrimina según el tono de piel, en la búsqueda de la pertenencia a un grupo, se suele caer en querer blanquear la identidad. Se aspira a estar lo más cerca de Occidente posible en la escala. No se quiere ser más diferente de lo que ya se es; se trata de una eterna búsqueda de validación. Por supuesto, el resultado de crecer llenx de prejuicios es que comúnmente se desarrolla una crisis identitaria y de pertenencia. (Thior, 2024)

Más allá de los prejuicios, existe una violencia sistémica que se expresa en los delitos de odio contra las personas racializadas y la negativa a regularizar a las personas que entran a España. No hay colonialidad más clara que la Ley de Extranjería en la que se excluyen a personas de los derechos humanos fundamentales. De hecho, en situaciones así es cuando te das cuenta de que “cuando pones al sujeto negro en el centro ves que se reiteran (aunque sea de forma diferente) a lo largo del tiempo la forma en la que el poder interactúa con el cuerpo negro” (Safura Adam, 2024). En otras palabras, se repiten las formas de narración del discurso de poder sobre las personas negras; excluyéndolas e inferiorizándolas. Por lo anterior es esencial cuestionar la “homogeneidad” de la creación del país; pues hay una marginalización y desarraigo de diferentes sujetxs que habitan el territorio.

 

Conclusión

El objetivo del anterior texto era navegar la construcción de ciertas ideas que nos pareces universales y válidas sobre las personas racializadas —específicamente las mujeres— y que, sin embargo, detectando el eurocentrismo a partir del cual se construye nuestra realidad social, podemos desenmascarar su función para la hegemonía occidental. “Lo que se busca es el reconocimiento de que la larga historia de la racialización en Europa (mediante el antisemitismo y la invención de la ‘raza’ […]) no ha sido inocua en los conceptos de humanidad, sexualidad, derechos naturales, belleza o fealdad…”(Vergès, 2022, p. 45).

Con este ejercicio se busca destacar lo importante de cuestionar el origen de las ideas que suponemos como neutrales y objetivas para poder entender las relaciones de poder que se encuentran detrás de esos discursos que construyen nuestra realidad día con día. El marco de referencia de una cultura debe identificarse y describirse en sus propios términos antes de hacer cualquier afirmación gratuita (Oyěwùmí, 2017). Ese trabajo es principalmente importante porque dichas ideas generalizadas construyen la subjetividad de las personas racializadas quienes constantemente se encuentran en conflicto al encontrarse con proyecciones inferiorizantes de sí mismxs.

El entendimiento occidental de otras culturas obstruye nuestra capacidad para construir conocimiento sobre nuestras sociedades (Oyěwùmí, 2017). Para eso se tiene que reapropiar de la historia, arte y cultura en general y recuperar la memoria colectiva con lo cual poder deconstruir y desmantelar nuestras ideas para luego construir de nuevo. Se debe de re-humanizar; los análisis no se pueden basar en categorías universalistas ahistóricas. “Sólo comprendiendo las contradicciones inherentes a la ubicación de la mujer dentro de varias estructuras es que una efectiva acción política y sus desafíos se pueden visibilizar” (Mohanty et al., 1991, p. 66). Se deben de ocupar espacios de poder, contar historias completas y no quedarnos en el estereotipo, cambiar el discurso a través de referentes positivos de identidad, nuevas narrativas Sur-feministas, diversidad de imagen, estéticas propias, medios de comunicación independientes, voces propias y diversas (Valencia, 2024). En resumen, se debe de re-significar y re-humanizar las identidades de las mujeres racializadas a través de la re-apropiación de su poder de agencia, y dibujarse a sí mismas.

 


 

  • Boukharsa, Chaimaa (2024, marzo 5). Islamofobia de género: La construcción colonial de la imágen de las mujeres musulmanas. Nuevas narrativas: Recuperando el poder del discurso humanista sobre las migraciones, Online.
  • Hussein, Amal (2024, febrero 20). Entendiendo el racismo en el contexto español: Construyendo nuevas narrativas. Nuevas narrativas: Recuperando el poder del discurso humanista sobre las migraciones.
  • Oyěwùmí, Oyèronké (2017). La invención de las mujeres una perspectiva africana sobre los discursos occidentales del género. En la frontera.
  • Mohanty, Chandra, Russo, Ann, & Torres, Lourdes (Eds.). (1991). Third World women and the politics of feminism. Indiana University Press.
  • Safura Adam, Tania (2024, abril 2). España Negra: Viaje hacia la negritud en el espacio-tiempo. Nuevas narrativas: Recuperando el poder del discurso humanista sobre las migraciones, Online.
  • Thior, Lamine (2024, febrero 14). La construcción mediática de la Identidad Afroandaluza. Nuevas narrativas: Recuperando el poder del discurso humanista sobre las migraciones, Sevilla, España.
  • Valencia, Edna Liliana (2024, febrero 27). Mujeres negras y medios de comunicación: Resistencia, estereotipos y exotización. Nuevas narrativas: Recuperando el poder del discurso humanista sobre las migraciones, Online.
  • Vergès, Françoise (2022). Un feminismo descolonial (1a ed). Traficantes de sueños.
  • Zayyan, Hafsa (2022). We are all birds of Uganda. Merky Books.

 

[1] Oyèronké Oyěwùmí hace un recuento histórico de cómo en la cultura yoruba se arrebató el papel de sus anahembras a partir del proceso de colonización, desplazándolas de su lugar en sus comunidades; creando así circunstancias en que efectivamente se veían obligadas a subordinarse ante los anahombres. De esta manera, aunque no existía patriarcado previo, se creó uno. Irónicamente después se les etiquetó como sumisas y atrasadas.

[2] Vergès plantea que hay una opresión producida por la matriz del Estado, patriarcado y capital que fabrica la categoría de “mujeres “para legitimar ciertas políticas de reproducción y de asignación, ambas racializadas (Vergès, 2022, p. 42).

[3] De hecho, no tenían otros derechos, pero sí podían poseer seres humanos. Y lo hacían.