La dependencia mutua del racismo con el capitalismo: la necesidad de deconstruir la educación capitalista y racializada - MAD ÁfricaLa dependencia mutua del racismo con el capitalismo: la necesidad de deconstruir la educación capitalista y racializada - MAD África

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2/junio/2023

La dependencia mutua del racismo con el capitalismo: la necesidad de deconstruir la educación capitalista y racializada

Encarnación Cano Montoro, alumna del curso de formación Interculturalizar la Educación, reflexiona sobre el racismo y la superexplotación de la fuerza de trabajo como algo indisociable del capitalismo. El curso, coordinado por MAD África, tuvo como objetivo mejorar las competencias interculturales para trabajar en educación desde los enfoques antirracistas, y decoloniales y generar una práctica docente inclusiva y respetuosa con la infancia y adolescencia racializada.


Para Cristiane Luiza Sabino de Souza el racismo y la superexplotación de la fuerza de trabajo es indisociable del capitalismo. Esta idea ya la expusieron a finales del siglo XIX algunos estudiosos dentro del análisis del liberalismo burgués y del biologismo racial, destacando el papel económico que juega en todo ello, pues el racismo es el arma ideológica dominante en la sociedad capitalista, y dentro de ello, en el escalafón más bajo está, la dominación racial de la mujer.

A finales de la década de los 70 y principios de los 80 en pleno auge del neoliberalismo en Estados Unidos o Reino Unido, además de todas las luchas negras anticoloniales emergentes en el Tercer Mundo, en los propios Estados Unidos o en países europeos, un nuevo concepto, “capitalismo racial”, fue aglutinado por teóricos que habían convergido en Gran Bretaña en busca de nuevos espacios teóricos y políticos para terminar con el racismo sudafricano.

Quienes defendían el fin del apartheid en Sudáfrica aludían que el racismo sudafricano se encontraba fortalecido por el impulso del capitalismo, ya que este sistema racial no era algo heredado del siglo XIX, sino un sistema implantado en la década de los 40 por un Estado capitalista moderno, por lo tanto era el propio capitalismo quien lo había implantado en un territorio después de la derrota del fascismo tras la II Guerra Mundial.

Es a partir de ahí cuando se empieza a tomar conciencia entre los teóricos políticos que abogan por políticas antirracistas que hay que abordar el problema de raíz, que no es otro que el capitalismo. No se trata pues de la toma de conciencia por parte de individuos insertados en un sistema de un cambio de paradigma en su conducta ética hacia los demás, sino una unión de personas que sólo desde el conjunto pueden luchar contra un sistema implantado por los propios Estados nacionales y a su vez a las grandes corporaciones económicas a las que sirven. Dentro de esta modificación de paradigma, un elemento imprescindible para el cambio, quizá el más importante, es la educación. La educación viene respondiendo a ese engranaje de capitalismo racial donde el buenismo caritativo ha perpetuado durante décadas, y aún lo sigue haciendo, la otredad como algo que había que respetar porque hemos desarrollado la capacidad de compadecernos de alguien que no es como nosotros, pero con quien debemos ejercer la tolerancia en ese ejercicio de demostración de “civilización” en el que nos encontramos.

Hasta hoy, y a pesar de los enormes esfuerzos de los educadores por revertir la situación, consiguiéndolo en algunos casos y periodos, lo cierto es que en las escuelas e institutos, se palma ese racismo inconsciente del que formamos parte alumnado, padres y profesores.

El discurso instalado entre la misma clase obrera española, inconsciente igualmente de sus características físicas fenotípicas, de que el inmigrante viene a destruir los cimientos de un orden patriótico cimentado unas fronteras (cree que inamovibles desde siempre), una religión (aunque no la practique ni sepa mucho de su ideario) y unas tradiciones (por crueles que éstas sean), hace que sea mucho más proclive a defender posturas neoliberales frente a sus propios intereses de clase. La gran victoria cultural del capitalismo es haber desclasado a la mayoría de los obreros hasta hacerlos creer estar más cerca de clases pudientes que de aquellos más marginados por la sociedad, jugando en todo ello un papel clave la falta de educación, una radical individualidad apelando al principio de “sálvese el que pueda”, el patriarcado y por supuesto el racismo.

Esto ha conllevado a lo largo de la Historia reciente en que se haya operado una jerarquía entre los mismos marginados creándose tipos subraciales, por ejemplo entre los mismos blancos occidentales siendo uno de los casos más llamativos el odio creado entre obreros ingleses frente a los obreros irlandeses considerados por los primeros los culpables de la falta de trabajo al aceptar jornadas laborales a precios más bajos. Esto llevó incluso a que sindicatos y sectores nacionalistas del socialismo acompañaran políticas xenófobas y racistas creyendo estar defendiendo así las condiciones laborales de la clase trabajadora nativa.

La falta de crítica y de análisis complejos por parte de las capas sociales del obrerismo occidental ha permitido ignorar por parte de las mismas lo más obvio, que son las guerras, el hambre y los desplazamientos forzosos del cambio climático, todo ello provocado por el capitalismo lo que hace inevitable las migraciones masivas de población africana o latinoamericana.

Más recientemente, el movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos o la lucha por la regularización de las personas migrantes en Europa y más concretamente en España, intentan establecer cambios en la legislación para llegar a una mejora de vida y consideración hacia las personas racializadas, sin acabar de querer comprender que para acabar con el racismo hay que acabar con el capitalismo, pues es el capitalismo el que levanta vallas y muros en las fronteras mientras explota las riquezas de vastos territorios obligando a sus habitantes a permanecer en ellos después de esquilmarlos.

Esa idea de otredad invasiva de nuestro espacio sigue perenne en las escuelas como engranaje necesario del sistema capitalista al que sirve como pilar ideológico. En España en las escuelas privadas y en la anomalía europea de las concertadas, se mantienen las ideas que mantienen con vida al capitalismo desde la prevalencia de lo patriótico frente al diferente que sin embargo debe ser tolerado por razones religiosas o de derechos humanos. La escuela privada reclama este discurso desde sus fundamentos capitalistas rentar al máximo sus beneficios y la concertada desde algo tan contradictorio como recibir dinero público para privatizar las ganancias. En esos ámbitos educativos en donde se propaga sin solución la idea de dominio por parte de unas élites que han nacido al otro lado del charco (sin promover el hecho de que haber nacido en un sitio u otro determina tu vida y que ello es producto, hasta lo que sabemos hoy día, de la casualidad) se perpetúa la autoafirmación de éxito en la vida por la vía de la meritocracia, remarcando lo abyecto en otras formas de vida no pertenecientes al estrato patrio de la “gente de bien” a la que pertenecen. Dentro del buenismo de estos centros educativos la  pretensión más noble hacia el diferente es pretender amoldar lo más pronto posible sus modos de vida a lo que es “normal” dentro de unas fronteras donde se le ha permitido cohabitar.

El papel de los centros educativos en España y en el resto del mundo es mucho más complejo y sin duda daría para muchas tesis doctorales, pero aún a riesgo de reducir toda su idiosincrasia a una sola frase, no es menos cierto que como empresas, su actividad, también ideológica, están al servicio del capital, ese capital despiadado, patriarcal y machista.

Es por tanto desde la escuela pública desde donde se ha de educar para primero reclamar la verdad, la verdad de la Historia, de la Filosofía o de la Ciencia; segundo para establecer cambios desde abajo en conciencias que han olvidado la necesidad de lo colectivo para hacer frente a quienes detentan el poder esclavizando su trabajo y su mente. Desde esta reflexión como parte del capital se hace necesario la reflexión primero, y la información después, de lo que supone el mantenimiento para el Estado y su ciudadanía de estos centros educativos concertados que han llegado a ser en las últimas décadas un sostén importantísimo para derivar el voto conservador de personas de procedencia obrera. Se hace necesario el análisis de estos espacios educativos, de su rentabilidad al Estado (que viene a ser ninguna) como instituciones con programas de mejora en el ámbito colectivo, y desde luego, se hace imprescindible de la reconversión de los mismos en centros públicos.

El papel de transformación, de cambio de paradigma del capitalismo racial, ha de hacerse desde la escuela pública, porque es con los medios de la colectividad desde donde se pueden crear movimientos pequeños que sumen con su unión hasta convertirse en una ola gigante, en un tsunami, capaz de desbaratar los cimientos de la injusticia  política, económica y social. La deconstrucción de la educación pública ha de hacerse sin ignorar el papel de los centros privados y concertados a los que desde luego han de aplicársele medidas progresivas de instalación en el espacio público. No podemos seguir manteniendo sistemas público- privados de educación al servicio del capital, porque la verdad, la justicia y la reparación no han de ser un bien de mercado. Por ello desde la educación pública se ha de hacer un esfuerzo igualmente para llenar sus aulas de interculturalidad, también en el profesorado, en las inspecciones y en las delegaciones provinciales. Si la educación es un bien de mercado seguirá habiendo capitalismo y seguirá habiendo racismo.

Por Encarnación Cano Montoro


Bibliografía

ARUN KUNDNANI, Capitalismo racial, 2022, Ed. CC, Oviedo.

JOSEFINA L. MARTÍNEZ, Racismo y capitalismo: ¿qué dijo Marx?, CTXT, 30/07/2021

EDUARDO L. MENÉNDEZ, Colonialismo, neocolonialismo y racismo. El papel de la ideología y de la ciencia en las estrategias de control y de dominación, Universidad Nacional Autónoma de México, Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad, coord. José del Val, 2018, México.

SERGIO PALENCIA, ¿Puede la lucha contra el racismo constituirse en una lucha contra el capital? Hacia un análisis del racismo desde la teoría crítica, Bajo el volcán, vol. 9, núm. 15, 2010, pp. 37-59, Puebla, México.

CRISTIANE LUIZA SABINO DE SOUZA, La indisociabilidad entre el racismo y la superexplotación de la fuerza de trabajo en el capitalismo dependiente, Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), Florianópolis/SC, Brasil, https://dx.doi.org/10.1590/0101-6628.302